Durante estas semanas habrán encontrado muchos más artículos
despotricando de las encuestas. El análisis "lógico" de los
"despotricantes" luce en ellos más potente que el trabajo de campo de
cualquier encuestadora que no diga lo que quieren oír. Nos dicen que
ellos sí conocen el país y todo lo que no se parezca a su "verdad" esta
manipulado, comprado o errado.
Hoy anunciaron una entrega "estelar" del
grupete que se ha coordinado para desacreditar encuestadores. De acuerdo
a nuestros registros históricos, sería la doceava de la misma autora
atacándonos, lo que resulta un verdadero honor compartido sólo con
aparecer en el programa La Hojilla, donde nos honra ser criticados
cotidianamente. No apelaré ahora a los errores de este personaje, porque
no me interesa entrar en ese debate estéril y mucho menos que se
confunda el desmontaje de sus absurdos ataques con la idea de que
nosotros estamos proyectando derrotas en octubre, algo que ni hemos
hecho ni podemos hacer. Todos los escenarios siguen vivos y prefiero que
la evolución nos lleve a la encuesta de la última semana y contra ella
analizaremos resultados, nos gusten o no.
Sólo un consejito para radicales, esos que se tocan de ambos lados. Cada
recurso que utilicen atacando al termómetro y no a la enfermedad... los
aleja más y más de la cura.
Pasando entonces a lo que realmente importa, comparto algunas preguntas y
respuestas que surgieron como reacción a mi artículo sobre los
indecisos.
¿Todos los que no responden sobre intención de voto son indecisos? No.
Este grupo está dividido en tres: a) quienes no están decididos todavía y
esperan algo que les haga "click"; b) quienes están decididos pero no
quieren responder la pregunta, por alguna razón que va desde
desconfianza hasta miedo, y c) quienes finalmente no votarán. El
problema es que no podemos determinar el tamaño de esos subgrupos, lo
que todavía hace riesgosa la proyección.
¿Cuál es el perfil de las personas que no responden? Mayoritariamente
jóvenes, quienes pese a la percepción sobre su activación política, son
apáticos, dejando claro que los estudiantes universitarios, cuyo rol ha
sido estelar, son la elite de la juventud y no su representación típica.
¿Hay muchos más indecisos ahora que en elecciones pasadas? Hace un par
de meses sí, lo cual parecía lógico en un momento donde no se sabía si
Chávez superaría su enfermedad y la campaña estaba opacada por este
evento. Pero los indecisos se han reducido y hoy su magnitud se parece a
la equivalente en la misma fecha en la elección del 2006.
¿Cómo votaron los indecisos en el pasado? Esta es una pregunta
peligrosa, porque parece que su respuesta definirá el futuro y eso no es
necesariamente cierto. En efecto, los indecisos del 2006 se
distribuyeron como los decididos, lo cual, al calcularse sobre voto
válido al 100%, amplificó la brecha entre los candidatos. Si esto se
repitiera, la tendencia favorecería a Chávez. Pero si chequeamos el
comportamiento de quienes eran indecisos en mayo y se decidieron la
semana después de la inscripción, encontramos que el 55% lo hizo por
Capriles, rompiendo el esquema del 2006. Aún no es una tendencia
suficiente para voltear la tortilla, pero podría significar un problema
para Chávez si logran crear un efecto bola de nieve que se amplifique en
el clímax de la campaña.
Aquí no hay nada irreversible... sino en los finales de novelas. Lo
importante es que cada corredor sepa en qué posición está en la carrera y
asuma los riesgos que le corresponda para dominarla. Sobredimensionarse
no parece una buena idea, porque sólo sabiendo dónde estás realmente
puedes hacer lo que tienes que hacer para llegar donde quieres estar.
Etiqueta: Venezuela, Encuesta.
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