jueves, 6 de diciembre de 2012

06.12.12. Estaticulación y chantaje.

Las encuestas que se publican en época de elecciones no pasan de ser un traje a la medida









   Foto: Google
 
 
 El demoscópico contratado no se difiere en nada del contador que le pregunta al cliente: “¿El balance que quiere es para pedir un préstamo en el banco o para alegar ante el Seniat?”  Y si es para lo primero, dibuja un Donald Trump criollo; si es para lo segundo, pinta un limosnero.  ¡Ni de vaina que Schemel y otros de esa calaña van a informar que el candidato que los contrató está perdiendo!  Pero se cuidan de no mentir: lo que hacen es diseñar la búsqueda de una información que les garantice su “verdad”.  O sea, usando un verbo que le escuché por vez primera a mi profesor de Investigación de Operaciones: “estaticular”.  Vale decir: especular con lo que debiera ser una información precisa, hacer malabarismos con los datos estadísticos.
Darrell Huff, que así se llamaba mi profesor, escribió un libro que ya sobrepasa el millón de ejemplares: “How to Lie with Statistics”. Comienza con una cita a Disraeli: “Hay tres clases de mentiras: simples mentiras, malditas mentiras y estadísticas”.  Concluye explicando cómo no dejarse confundir por los estudios demoscópicos.  Primero, uno debe preguntarse: ¿Quién lo dice?  Porque una cosa es cuando el gobierno de Suiza informa acerca de las cifras de desempleo en ese país, y otra muy distinta es cuando el inefable Eljuri declara que menos del cinco por ciento de los venezolanos no tiene trabajo.  La siguiente interrogante es: ¿Cómo lo supo?  Si se preguntara a mil empleados públicos si en horas laborales ha usado el Internet de la oficina para chatear asuntos particulares, no menos de 970 contestaría que no.  Por eso, si el encuestador llega al barrio con franela y gorra rojas, bien bolsa será quien conteste que va a votar por la oposición, sabiendo que el mendrugo de la misión puede estar en peligro.  Después, hay que hay que inquirir: ¿Alguien cambió el tema?

Hace varios años, el MinPoPoSalud informó que Barrio Adentro había atendido choporrocientos millones de consultas.  Si alguien se hubiese tomado la molestia de dividir ese guarismo entre el número de habitantes (como lo hice yo, de sin-oficio), hubiese concluido que cada venezolano había sido atendido 87 veces.  ¿Dónde estaba el truco?  En que los dizque médicos cubanos tienen la misión de visitar toda las casas del barrio donde “ejercen” —más para fisgonear y adoctrinar que para dar salud— y reportan cuántas personas habitaban en ellas, no pacientes. Pero un burócrata en Caracas, debidamente instruido, infla las cifras y las convierte en consultas y curaciones.  Al final, hay que hacer la prueba del ácido: ¿Tiene sentido lo que dice?  Jaua ofreció recientemente 2000 patrullas para la Policía de Miranda. Lo cual no solo es una mentira, sino una insensatez.  Sencillamente, no hay en el presupuesto el dinero para comprarlas.  Ni la cantidad de policías para tripularlas, y ni siquiera el espacio para estacionarlas.  Pero él cree que los electores mirandinos tienen la oreja blanca…

Muela y chantaje
Los candidatos impuestos desde Caracas —sigo insistiendo cansonamente en eso— no tienen en sus miras el desarrollo de los estados por lo que compiten, sino la subyugación de estos a la voluntad de una sola persona.  Por eso, ayunos de ideas de cómo hacer progresar a la región que el Primer Dedo les asignó, repiten como loros las consignas que les enseñaron los de la Sala Situacional del PUS.  Todos los mensajes tienen como destinatarios a los moradores menos ilustrados, menos capaces de analizar esas palabras, más encallecidos en la aceptación de las limosnas.
Por eso, pintan un Estado que se encargará de todo lo que ellos necesiten, sin que tengan que hacer esfuerzos individuales, sin que deban demostrar afanes cívicos.  Esa gente no entiende que los comunistas están dispuestos a hacer cualquier cosa por los pobres, menos acabar con la pobreza. Los necesitan así.  Ellos saben que si instauran una democracia verdadera —la que forma ciudadanos y se sustenta en ellos— perderán “clientela”.  Saben muy bien que los enemigos de la democracia son la ignorancia y la miseria, y por eso las fomentan, reemplazando la instrucción por el adoctrinamiento y los trabajos por mendrugos misioneros.  Por eso, siguen con los intentos de chantaje.
A veces, apoyados por individuos que dejaron de ser personajes para convertirse en aprovechados.  Recientemente, un columnista recomendaba votar por alguien que, aunque fue Ministro de la Presidencia y tiene varios períodos como diputado, no ha conseguido ni una piche obra para esta región, y decía: “Él puede traer soluciones a esos problemas (…) e incluso lograr un mayor aporte del Gobierno Nacional”.  Mezcla de chantaje con falsía: Caracas tiene que suministrarle los “aportes” a las regiones según manda la Constitución.  Porque no estamos en los tiempos de Gómez.  Aunque lo parece.  Con mujiquitas y todo…

Fuente: http://www.analitica.com/va/politica/opinion/8311172.asp

Etiqueta: Venezuela, Encuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Post Recientes

Canales deTelevisión