miércoles, 12 de septiembre de 2012

12.09.12. Guerra de encuestas influye en el ánimo de la gente

Con la aparición de varias encuestas que dan resultados tan diferentes: Hugo Chávez ganando por 30 puntos o Henrique Capriles Radonski con 85% de intención de voto, la opinión pública venezolana podría quedar descolocada a la hora de decidir cuál medición es confiable.

Bernard Horande, consultor de mercadeo estratégico, consideró que lo importante a la hora de decidir si se cree en una encuesta es revisar la calidad histórica del trabajo de la empresa que la realizó.

Afirma que existe un grupo privilegiado de encuestadoras venezolanas. Mencionó a Datos, que trabaja desde los años cincuenta, Consultores 21 y Datanálisis. "El trabajo de estas empresas, sus ganancias y sus utilidades provienen de clientes privados que cuidan bastante la manera en que se hacen los estudios", expresó.

Alertó que existen otras encuestadoras que sólo aparecen en época de campañas electorales y algunas a las que nadie les conoce clientes privados.

"Cuando una encuestadora tiene un solo cliente, quien paga tiene el derecho a dar su opinión. Ahí habrá que evaluar entonces su credibilidad", agregó.

Horande opinó que la guerra de encuestas surge por razones obvias: son un mecanismo de influencia sobre el estado anímico de la gente. Sin embargo, aclaró que eso no quiere decir que ganan o pierden elecciones, sino que simplemente influyen. "Quien es percibido como favorito genera una emoción distinta sobre las personas. El sentimiento de votar a ganador opera en muchas personas", explicó.

Desestimó algunas mediciones por dos razones: se hacen por teléfono o por Internet. Opinó que ninguna de esas metodologías tiene gran valor. Puso como ejemplo las encuestas telefónicas de Hinterlaces que dan una ventaja a Chávez o las de Internet que colocan a Capriles Radonski con 85% de intención de voto.

"Se trata de sondeos que sólo miden una temperatura. Una encuesta es algo mucho más profundo", añadió.

Alertó sobre lo que llamó "el filo de la navaja" del estratega electoral, es decir, cuánto conviene decir que se va ganando de forma abrumadora para no crear un triunfalismo que atente contra el trabajo de la militancia para conseguir votos. Dijo que el dilema está en que tampoco se puede admitir que se está perdiendo. "La respuesta es decir que se está ganando, pero que el triunfo no está 100% garantizado", aclaró.

Miguel González, presidente de JDP Consultores, descartó que exista una diferencia muy marcada entre Henrique Capriles Radonski y Hugo Chávez, a juzgar por los resultados de las parlamentarias, en las que la oposición sacó más votos y por los más de 3 millones de las primarias de este año. "El Gobierno utiliza su influencia para generar una matriz de opinión contraria a la oposición", añadió.

Consideró que la estrategia, sin embargo, es inteligente porque logra mantener el entusiasmo entre la militancia oficialista, que se encuentra en incertidumbre por la situación de la enfermedad del Presidente.

Opinó que la respuesta de la oposición debe ser colocar sobre la mesa cuáles son las encuestadoras utilizadas por el Gobierno para que la gente pueda juzgar su credibilidad.

Ausencia del Presidente. El diputado Alfonso Marquina presentó una encuesta que ­aseguró­ mandó a hacer el Gobierno con la empresa Contexto Investigaciones, en la que se mide cuál sería el mejor sustituto a Hugo Chávez. A su juicio, esto evidencia que se está considerando que el Presidente no sea el candidato debido a su estado de salud.

Entre las opciones para sustituir a Hugo Chávez, las privilegiadas en el estudio fueron el vicepresidente Elías Jaua, con 45%, y la hija del mandatario Rosa Virginia Chávez, con 16%.

En la misma encuesta se mide al candidato de la oposición (Capriles Radonski) contra "otro del chavismo". Quedan 46% contra 41%, respectivamente.

Marquina aclaró que, a pesar de que se puede sustituir a un candidato en la mitad de la campaña o convocar a uno nuevo si se produce una falta, el problema es la incertidumbre que se genera en el país, porque no se sabe nada sobre la salud de quien gobierna. "Un mensaje en Twitter lo manda cualquiera y una llamada se puede hacer en cualquier condición. Si el estado de salud es muy delicado y motiva estos estudios, tenemos derecho a saberlo", agregó.

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