domingo, 29 de julio de 2012

29.07.12. L. V. Leon se defiende de nuevo.

Durante estas semanas habrán encontrado muchos más artículos despotricando de las encuestas. El análisis "lógico" de los "despotricantes" luce en ellos más potente que el trabajo de campo de cualquier encuestadora que no diga lo que quieren oír. Nos dicen que ellos sí conocen el país y todo lo que no se parezca a su "verdad" esta manipulado, comprado o errado.


Hoy anunciaron una entrega "estelar" del grupete que se ha coordinado para desacreditar encuestadores. De acuerdo a nuestros registros históricos, sería la doceava de la misma autora atacándonos, lo que resulta un verdadero honor compartido sólo con aparecer en el programa La Hojilla, donde nos honra ser criticados cotidianamente. No apelaré ahora a los errores de este personaje, porque no me interesa entrar en ese debate estéril y mucho menos que se confunda el desmontaje de sus absurdos ataques con la idea de que nosotros estamos proyectando derrotas en octubre, algo que ni hemos hecho ni podemos hacer. Todos los escenarios siguen vivos y prefiero que la evolución nos lleve a la encuesta de la última semana y contra ella analizaremos resultados, nos gusten o no.

Sólo un consejito para radicales, esos que se tocan de ambos lados. Cada recurso que utilicen atacando al termómetro y no a la enfermedad... los aleja más y más de la cura.

Pasando entonces a lo que realmente importa, comparto algunas preguntas y respuestas que surgieron como reacción a mi artículo sobre los indecisos.

¿Todos los que no responden sobre intención de voto son indecisos? No. Este grupo está dividido en tres: a) quienes no están decididos todavía y esperan algo que les haga "click"; b) quienes están decididos pero no quieren responder la pregunta, por alguna razón que va desde desconfianza hasta miedo, y c) quienes finalmente no votarán. El problema es que no podemos determinar el tamaño de esos subgrupos, lo que todavía hace riesgosa la proyección.

¿Cuál es el perfil de las personas que no responden? Mayoritariamente jóvenes, quienes pese a la percepción sobre su activación política, son apáticos, dejando claro que los estudiantes universitarios, cuyo rol ha sido estelar, son la elite de la juventud y no su representación típica.

¿Hay muchos más indecisos ahora que en elecciones pasadas? Hace un par de meses sí, lo cual parecía lógico en un momento donde no se sabía si Chávez superaría su enfermedad y la campaña estaba opacada por este evento. Pero los indecisos se han reducido y hoy su magnitud se parece a la equivalente en la misma fecha en la elección del 2006.

¿Cómo votaron los indecisos en el pasado? Esta es una pregunta peligrosa, porque parece que su respuesta definirá el futuro y eso no es necesariamente cierto. En efecto, los indecisos del 2006 se distribuyeron como los decididos, lo cual, al calcularse sobre voto válido al 100%, amplificó la brecha entre los candidatos. Si esto se repitiera, la tendencia favorecería a Chávez. Pero si chequeamos el comportamiento de quienes eran indecisos en mayo y se decidieron la semana después de la inscripción, encontramos que el 55% lo hizo por Capriles, rompiendo el esquema del 2006. Aún no es una tendencia suficiente para voltear la tortilla, pero podría significar un problema para Chávez si logran crear un efecto bola de nieve que se amplifique en el clímax de la campaña.

Aquí no hay nada irreversible... sino en los finales de novelas. Lo importante es que cada corredor sepa en qué posición está en la carrera y asuma los riesgos que le corresponda para dominarla. Sobredimensionarse no parece una buena idea, porque sólo sabiendo dónde estás realmente puedes hacer lo que tienes que hacer para llegar donde quieres estar. 

Etiqueta: Venezuela, Encuesta.

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